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Orbi 21. ¿La Sirianización de Libia? Por: Cristina Cardeño Gama Destacado

26 Oct 2020
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Siria y Libia. Dos países sumergidos en conflictos que tienen cada vez más en común de lo que se podría apreciar a primera vista. Sin embargo, distan en aspectos que resultan ser medulares para ambos. Desde el 2011, cuando sucedieron las revueltas sociales en el mundo árabe, algunas sociedades lograron tumbar a sus dictadores, como ocurrió en algunos países del Norte de África, también conocido como Maghreb: Túnez, Egipto, Libia y Yemen. En algunos otros, como Bahrein en el Golfo Arábigo, el levantamiento social fue violentamente reprimido para evitar que escalara como en los países del Norte de África, y en otras naciones árabes como Siria, el conflicto armado desencadenado desde ese entonces aún continúa.

 

Desde el inicio de las revueltas populares árabes en ese entonces, los noticieros comenzaron a reportar el caso de la guerra civil en el país gobernado por Bashar Al Assad, Siria, que tuvo momentos críticos como el levantamiento del grupo terrorista Estado Islámico o ISIS por sus siglas en inglés. La guerra civil se tornó en lo que se conoce como guerra subsidiaria (proxy war en inglés). Es decir, una guerra en la que dos o más potencias hacen uso de terceros actores para evitar enfrentarse directamente entre sí. La intervención rusa e iraní para apoyar el régimen de Bashar Al Assad dibuja muy bien el escenario sirio. Por el otro lado, la oposición al régimen de Al Assad es apoyada por Israel, Turquía y grupos rebeldes locales respaldados hasta hace poco por EEUU y Arabia Saudita, e incluso grupos islamistas que se oponen a la continuación del régimen de los Al Assad, que lleva 50 años en el poder.

 

En el caso de Libia, desde el derrocamiento de Muamar Gadafi en el 2011, quien había gobernado al país por más de 40 años, el país se ha convertido en un territorio en disputa. Por un lado se encuentra el General Khalifa Haftar al mando del Ejército Nacional Libio, que controla una gran porción del país apoyado por Rusia, Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabe Unidos y Jordania. Del otro lado, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), basado en la capital Trípoli, junto con varias milicias, incluidos grupos islamistas, cuenta con el reconocimiento de las Naciones Unidas y el apoyo de Turquía y de Qatar.

 

Analistas internacionales señalan que Libia podría convertirse en la nueva Siria debido a similitudes que se presentan entre ambos casos. En primera instancia, una de las semejanzas entre Siria y Libia es que los mismos actores que se han visto involucrados en la guerra siria, lo están también en el país norafricano. Los intereses que las potencias puedan tener para injerirse en los conflictos varían de un país al otro.

 

Mientras que la guerra en Siria se puede denominar como sectaria, o en otras palabras un enfrentamiento armado entre los rebeldes de la mayoría sunita contra las fuerzas gubernamentales apoyadas por las minorías religiosas (chiíta) y étnicas del país, el conflicto libio no se puede denominar como tal ya que los vacíos institucional y de seguridad que existen después del derrocamiento de Gadafi, versan sobre enfrentamientos políticos y de poder dejando a un lado las posibles diferencias religiosas.

 

Si bien el título de este artículo hace referencia a que la evolución del conflicto libio pueda asemejarse cada vez más a lo que ocurre en Siria, existen diferencias como la que se apunta previamente. Además, en Libia el interés de ciertas potencias extranjeras, como Turquía, es meramente de control económico y comercial, ya que Libia es un país rico en hidrocarburos, por lo que ha logrado posicionarse en los abundantes depósitos de petróleo y gas en el Meditarráneo mediante acuerdos que le aseguran el acceso a importantes gasoductos hacia Europa y, sobre todo como algunos expertos afirman, expandir su presencia militar en la región.

 

Las potencias regionales como las petromonarquías se mueven en ambos escenarios con lineamientos más ideológicos islámicos para frenar el avance de los Hermanos Musulmanes en Libia y Siria, por ejemplo. Hoy en día, aunque la paz aún se avecina lejos en el caso sirio, se pueden dilucidar quiénes son los ganadores y perdedores de la guerra. Irán, Turquía y Rusia son quienes se llevarán una gran tajada del pastel sirio. En Libia, el riesgo de que se convierta en una “segunda Siria”, aún sigue siendo palpable mientras que los actores internacionales sigan peleando para que, ya sea el GAN o el General Haftar, queden a la cabeza del país, dependiendo sus intereses y objetivos para que así puedan al igual, obtener una buena tajada comercial-económica e incluso política o militar.

 

Las imágenes devastadoras del conflicto sirio, impacto que Libia no ha tenido en el escenario global a pesar de las alarmantes cifras de violaciones de derechos humanos que autoridades de facto en el este de Libia han cometido al expulsar a más de 5,000 refugiados y a migrantes en septiembre del año en curso sin el debido proceso, de acuerdo con el último reporte de Amnistía Internacional sobre la situación de los migrantes y refugiados en Libia.

 

Como en la mayoría de los conflictos bélicos, los más afectados son la población civil que queda desprotegida por sus propios gobiernos, ocasionando que los problemas se enquisten aún más en la región. En estos casos tanto la sociedad libia como la siria quedan profundamente lastimadas. 

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